Nuestra historia personal lleva muchas heridas. Nuestra historia de relación tantas veces sangra impotente. Nuestra sociedad, tanto la rica como la pobre, sangra herida… La Pascua sangra de muchas heridas y se desangra sin piedad.
Y, sin embargo, es Pascua. Y esta Pascua es fuente de esperanza precisamente por eso, porque está cerca de nuestra herida, está en nuestra herida. Esta Pascua acoge en su luz nuestras heridas. La alegría de Pascua no se realiza en el olvido del dolor, sino en la asunción de todos los dolores de la humanidad.
Desde esta pequeña Jerusalén que es Santo Toribio de Liébana a todos felices Pascuas de Resurrección!!
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