Alto tras el trasiego
en este peregrinar
hasta la Cruz de Jesús Vida.
Pórtico entreabierto
de infinitos anhelos
que aguardan con paciencia
en lo más profundo
de nuestras almas.
Reponer fuerzas
tras la sinuosa
ascensión que nos condujo
a la explanada
del monasterio lebaniego.
Sonidos de “Paz y Bien”
resuenan por la hondonada,
signo de acogida franciscana
con su utopía evangélica posible.
La mochila repleta
de preguntas básicas
para dar sentido
a esta humanidad
que amenaza olvidar lo BUENO
por distracciones recurrentes
o burdos intereses.
(Toño Mtnez. En el punto de acogida a los peregrino/as de santo Toribio de Liébana)
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