“En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó: «Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?».
Jesús le contesta: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.” (Mt. 18, 21-23)
No se gana ni se adquiere,
no se pierde (nos la olvidamos casi siempre) ni se vende,
no dura lo que brille la “gracia” ni cierto tiempo,
y pase lo que pase, siempre te espera…..
No sabe de condiciones ni de lugares,
ni de rezar por estas o aquellas intenciones,
no conoce de fechas, sí de experiencias fundantes…….
No se abre o se cierra la puerta siguiendo ciertas normas;
siempre permanece de par en par entreabierta;
lo difícil es adentrarnos más allá de su umbral.
No requiere de formas,
ni tan siquiera de credos;
prefiere darse de cara con encuentros
que todo lo transforman.
(Toño Mtnez)
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