Un aforismo árabe “asegura que existen tres tipos de viajeros. Están primero los que solo viajan solo con los pies, como ocurre con los mercaderes: Van de un lugar a otro ignorando cualquier monumento, porque para ellos el viaje es solo una cuestión comercial. Luego, están los que viajan con los ojos, se desplazan con hambre de belleza, como ocurre con los turistas que visitan otros lugares para conocer monumentos, tradiciones, paisajes, costumbres…Por último…, están los que viajan con el corazón, los peregrinos. Ellos dejan durante un tiempo sus hogares impulsados por el deseo de encontrar el misterio, de hallar una presencia trascendente en el templo” (Rev. Vida Nueva, n.º 3273, p 24)
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